lunes, 31 de mayo de 2010

monday, lundi, montag, lunedi, lunes ...




Lunes. Tal vez el más impopular día de la semana. Sinceramente, yo no lo califico de odioso, para mi tiene también su parte positiva, pero sí de extraño.

Las sensaciones en este día suelen ser un tanto raras, como una especie de resaca emocional. Las querencias interrumpidas por el fin de semana requieren ser retomadas en esta jornada. Es necesario dejar atrás el ritmo de sábado y domingo para adaptarse a otro diferente. Hago balance de estos últimos. Intento quedarme con lo bueno y desechar el resto en el cajón del tiempo perdido. Intercambio vivencias con aquellos que me son más próximos y me reencuentro con otra parte de mi vida.

En fin. Dependiendo de unos cuantos factores, propios o ajenos a mí, el reconectarme conlleva mayor o menor esfuerzo.

De cualquiera de las maneras, prefiero pensar que, sea como haya sido este día, mañana podrá ser mejor.

P.D. Hoy procuré ser breve, no quiero hacerme demasiado pesado, sobre todo con los que, como a mí, algunos lunes les resultan casi como una jornada de reflexión.


domingo, 30 de mayo de 2010

la maquila

Hace una semana, rodando en bici por el Valle de Guimarán, atravesamos un pueblo en el que un cartel a su entrada identificaba como La Maquila. Esta palabra despertó en mí recuerdos confusos. Había oído alguna vez antes esa expresión pero era incapaz de relacionarla con algo concreto. Pregunté a alguno de mis compañeros de ruta si sabían cuál era el significado de ese nombre pero ninguno pudo sacarme de mis dudas. Estaba bastante seguro que tenía que ver con recuerdos de mi infancia, de conversaciones oídas de boca de mis abuelos, pero seguía sin concretarse nada en mi cabeza.


En cuanto llegué a casa acudí al gran oráculo de estos tiempos, encendí mi ordenador y en Google introduje el nombre que no dejaba de resonar en mi cabeza. Dentro de todas las posibilidades que me dio el buscador la respuesta que buscaba la encontré en la versión digital del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (no podía ser de otra manera), Maquila: Porción de grano, harina o aceite que corresponde al molinero por la molienda.

De repente se despejaron todas mis incertidumbres. Mi memoria me llevó bastantes años atrás, a mi, por desgracia, ya lejana niñez. Pude ver la imagen, escuchar los sonidos y recordar el agradable olor de la harina recién molida en aquel molino que mi abuelo, un emprendedor en toda regla, había construido y explotado junto con su hermano (mi padrino) y una familia del mismo pueblo a la que les unían lazos de parentesco, los Soutelo.

Hoy sometí a mi padrino a un exhaustivo interrogatorio. 88 años ya a sus espaldas pero una salud y memoria a toda prueba le permitieron contestar a cada una de mis preguntas. La historia de aquel molino, y de la dichosa palabra que me lo recordó, es la siguiente:

A finales de la primera mitad del pasado siglo, la producción de cereales (trigo, centeno, cebada y maíz) era abundante en la Galicia interior. Su consumo indispensable tanto para las personas, el pan, alimento básico, como para los animales, piensos a base de diferentes tipos de harinas.

En toda la comarca había un solo molino, ya eléctrico, los antiguos molinos movidos por agua no eran abundantes en aquella zona, carente de corrientes de agua suficientemente fuertes para moverlos. Mi abuelo, un emprendedor como ya dije anteriormente, vio la oportunidad de mejorar la economía familiar invirtiendo los ahorros de la familia en la construcción de otro molino que pudiera encargarse de la molienda de todo el grano producido en los pueblos de los alrededores.

No fue tarea fácil. Para obtener el permiso administrativo pertinente había que ser propietario de un molino de agua, de ahí la asociación con la familia Soutelo. Una vez salvado ese escollo había que superar otros más, algunos de ellos imprevistos. La electricidad no era algo al alcance de todos, eran muy escasos los pueblos electrificados, y para poder disponer de la energía que moviese el nuevo molino tuvieron que construir una línea eléctrica de alta tensión por sus propios medios. Ellos mismos colocaron los postes y tiraron los cables desde una distancia de más de tres kilómetros que era la que separaba el molino de la línea eléctrica más cercana. Solo un empleado de la compañía suministradora se encargó de la conexión final. Para colocar esos postes tuvieron que pedir autorización a los propietarios de todas las fincas donde era necesario ubicarlos. El dueño del único molino hasta entonces, persona influyente en la comarca, intentando evitar toda posible competencia, presionó a los propietarios de esas fincas para que no permitieran el paso de la línea eléctrica. Algunos cedieron a esas presiones y hubo que modificar el trazado.

La construcción del edificio que albergaría al molino, el molino en sí (hecho su mayor parte en madera, algunas partes de metal y las piedras de moler de granito), llevó algo menos de un año. Allí trabajaron albañiles, carpinteros y canteros. Todo hecho allí mismo, excepto las partes eléctricas (un transformador, dos motores y los cableados e interruptores necesarios) que se compraron en Orense y un operario especializado se encargó de instalar empleando varias semanas de trabajo.

En 1948 empezó a funcionar, eran dos pares de piedras de moler (1 tonelada de peso cada par) movidas por sendos motores. En unas se molía el trigo y el centeno. La harina caía ya tamizada hacia una especie de arcón y el salvado (cascara del grano) salía por otro conducto y se recogía en sacos. En el otro par de piedras se molía la cebada y el maíz. Harina y salvado se recogían mezclados en un mismo depósito. Este tipo de harina se utilizaba mayoritariamente para la alimentación del ganado aunque parte de ella era cribada en casa para luego hacer farrapas o boroñes.

El molino funcionaba día y noche desde finales de agosto hasta enero del año siguiente. Las dos familias hacían turnos de trabajo para sacar adelante todo el grano que les llevaban. La forma de pago era la maquila, por cada 11 kg. de grano antes de moler, 1kg. era para los molineros. Todos los sacos iban identificados con el nombre de su propietario y eran pesados antes y después de moler delante de él en una antigua bascula de contrapeso para que no quedase ninguna duda sobre lo que dejaba y se llevaba.

El molino trajo algún otro beneficio a mi familia y al resto del pueblo. Aprovechando que ya había línea eléctrica cercana se pudieron electrificar todas las casas que así lo quisieron. En un local anexo al molino se construyó una pequeña serrería, también eléctrica, que se utilizo apenas una docena de años. Ese local ya sin uso y una vez acondicionado, se cedió al ayuntamiento para alojar la escuela del pueblo. Juntos, niños de todas las edades recibían la educación que les impartía una sola maestra, que se alojaba como huésped en casa de mi familia. Todavía hoy, la que era su habitación la identificamos con su nombre. Recuerdo aquella escuela, sus pupitres de madera, mesa y banco eran todo uno, con tapa y un hueco debajo para guardar los libros, un agujero donde alojar el tintero y un rebaje para poner los lápices y pluma. Una pizarra, un mapa, la mesa y silla de la maestra completaban el resto del mobiliario.

Con la mecanización del campo el molino fue perdiendo trabajo y aproximadamente en 1975 dejó de funcionar. Solo se utilizaba para uso de nuestras dos familias. También la escuela desapareció, se creó un grupo escolar comarcal en la capital del concejo y los niños dejaron de acudir a aquella pequeña escuela rural.

El molino se vendió hace algunos años y hoy, el edificio, alberga una carpintería metálica. Aquellas ruedas de moler siguen allí, recicladas, reconvertidas en escalones de un palco que hace las veces de escenario en las fiestas del pueblo. No queda otro vestigio de todo aquello más que esas piedras y los recuerdos que cada uno podamos llevar dentro de nosotros de aquel viejo molino.


jueves, 27 de mayo de 2010

8 a.m.

Ocho de la mañana, llego al trabajo. Como siempre los” buenos días” de rigor. ¡Buenos días! voy contestando a quien me cruzo. A esas horas de la mañana no me apetece ni hablar y muchos de esos saludos salen arañándome la garganta al abrirse paso.

En esos momentos no soporto a las personas que a tan intempestivas horas llegan derrochando alegría, hablando a voces, riéndose, como si el madrugar no fuera un sacrificio para ellos. Sus buenos días entonados casi como si los cantaran me sientan como una bofetada, no logro comprender tal actitud ¿Cómo se puede estar contento de entrar a trabajar, y tan temprano? Si fuera su primer día de trabajo después de dos años en el paro lo entendería pero así…. Prefiero recibir un saludo con mala gana, al menos no me sentiré culpable al responder de la misma manera.

Otros sueltan un “Hola ¿Qué tal?” a lo que, siguiendo las normas de buena educación, contesto, “Bien ¿y tú?”, pero que realmente viene a significar algo así como: “¿A ti que te parece? Gilipollas. A estas horas de la mañana y trabajando… ¿cómo voy a estar? Muerto de sueño y de mal humor, así que vete a tomar pol... y déjame en paz” (mas o menos, palabra soez arriba, palabra soez abajo)

Lo reconozco, soy muy desagradable hasta que no pasan varias horas desde que el aparato de tortura ese que llamamos despertador hizo que Morfeo me dejara caer - más bien me tirara- de sus acogedores brazos.

Pero hay excepciones a esa mala educación matinal. Los domingos, cuando salgo con la bici, me convierto en una de esas personas que tanto odio al comenzar los días laborales. Parece que llevo cascabeles en el culo, una sonrisa estúpida me cruza la cara de lado a lado y además, vestido de lycra bien ceñida al cuerpecillo, con esos cascos llenos de agujeros y protuberancias que llevamos los ciclistas. ¡Vaya estampa! Las sonrisas de quienes se cruzan conmigo al salir de casa siempre me dejan la duda de si son en contestación a la mía o que se están aguantando las ganas de partirse a carcajadas.

También, de lunes a viernes, algunos “buenos días” me suenan a música celestial, y sus “¿Qué tal?” solo pueden ser contestados con un: “ahora mismo, contigo delante, no podría estar mejor” a pesar de, tal vez, haber pasado una noche de insomnio gracias a esta cabecita que dios me dio y que no para de darle vueltas a todo, afanada siempre en no dejarme descansar. Pero claro, mi princesa no se merece a un ogro malhumorado recién levantado.

Menos mal que las horas pasan también para lo malo. Sobre las 10 de la mañana Mr. Hyde va dejando paso al Dr. Jekyll.


domingo, 23 de mayo de 2010

En las tinieblas la imaginación trabaja más activamente que en plena luz.

Empiezo con una frase de Immanuel Kant, y me explico.


No estoy seguro de si la imaginación es solo potestad exclusiva del ser humano. Lo que sí creo es que, junto con la inteligencia, la habilidad para manipular objetos y alguna otra, es uno de los pilares del “progreso” de nuestra especie. Imaginamos soluciones a los problemas en todos los ámbitos de la vida y, las que resultan exitosas, van poniendo un ladrillo más en la construcción de nuestro avance.

Es por lo tanto una facultad aparentemente positiva. Relacionamos imaginación con creatividad, ensoñación, fantasía, etc., y en realidad es neutra, ni buena, ni mala, como en otras muchas cuestiones, todo depende del uso que hagamos de ella. Alguien con un odio visceral a otras razas o creencias, imaginó como deshacerse de ellas y creó los campos de exterminio. Otro, sin embargo, ante el dolor, la pobreza y la falta de posibilidades de los más inocentes y desamparados, los niños, fundó “Mensajeros de la Paz” después de imaginar cómo podía ayudarlos. Dos filos de una misma daga.

La imaginación podemos ponerla a trabajar voluntariamente con algún fin, positivo o negativo como dije antes, sin embargo, a veces, salta sola, de repente, alimentada por la memoria tal vez. Aparecen en nuestra cabeza “películas” que nos inventamos sin darnos cuenta, que en muchos casos ni siquiera tienen fundamento o, aun teniéndolo, no se aproximan a la realidad, pero que, muy a nuestro pesar, somos incapaces de quitárnoslas de encima y nos reconcomen el alma. Suerte, en mi caso, que el tiempo va cubriendo de ungüentos medicinales esos mordiscos profundos y, al final, tan solo quedan cicatrices más o menos perceptibles.

Esta noche mi imaginación me trajo un enorme escorpión negro que aguijoneaba sin piedad lo más profundo de mi espíritu. Abrió en él una brecha llena de ponzoña. Hoy la herida ya casi no sangra, solo en algún momento cuando presiono sobre ella intentando eliminar todo resto purulento. Mañana empezará a aparecer la postilla sobre la llaga. Tal vez pasado sea ya una cicatriz fresca que, junto con las demás, irá dibujando la esencia de mi vida.

No sé si Kant era a esto a lo que se refería.

P.D. Ya tomé una decisión con respecto al post anterior. Es la misma ya un hecho consumado. Nada impide a la vista vislumbrar la piel de mis piernas, ni siquiera un pelo.

Tuve en consideración todos vuestros buenos consejos pero al final hice caso a Rubi. La veteranía, bien llevada eso sí, es un grado, es cierto.


lunes, 10 de mayo de 2010

¿Pelillos a la mar?

Hace un par de semanas, en la terapéutica salida dominical en bici, alguien reparó –no entiendo que pudo atraer tal mirada- en las pilosas extremidades inferiores de algunos de los que componíamos el grupo.


No sabría decir que porcentaje de nosotros mostraba sus piernas lampiñas, bruñidas, marmóreas cual David de Miguel Ángel (obra de arte encargada, entre otros, por varios miembros de la Cooperativa de Mercaderes de la lana, por cierto) y cuantos los que lucíamos perneras velludas, corvejones, ancas y pantorrillas recubiertos de espesas alfombras naturales.

Tal hecho suscitó algún que otro comentario irónico, pero que, ninguno de los partidarios del esquilar argumentó motivo alguno que justificase tal “sacrificio”. Tan solo una voz (autorizada, sin duda) indicó como ventaja indiscutible la irresistible atracción sobre las damas de una dermis masculina debidamente depilada, apostillando además la conveniencia de prolongar la tala indiscriminada hacia partes algo más elevadas.

Como me veo en la necesidad de tomar una decisión para mantenerme entre los unos o pasarme a los otros, y como tal decisión debe ser debidamente fundamentada, os pido me ayudéis en tan difícil trance aportando todo aquel comentario que pueda hacer que la balanza se incline a uno u otro lado. De momento me quedaré con la argumentación anteriormente citada, pues me parece que tiene el suficiente peso como para no tenerla en cuenta –aunque nada tenga que ver con el ciclismo-. De cualquiera de las maneras invito también a las féminas expresen su parecer y corroboren o desmitifiquen el sex-appeal que conlleva la tenencia o carencia de vello en según que zonas corporales.

Ahí dejo un tema para el debate.

sábado, 8 de mayo de 2010

Ha sido un placer.

Ya ni me acordaba de cuando había sido la última vez. Llevábamos deseándolo desde tiempo atrás, surgió la oportunidad y la aprovechamos. Empezamos con cierta inseguridad, estábamos un poco nerviosos, temerosos de que nuestras expectativas se vieran frustradas. Poco a poco la confianza se fue apoderando del momento y nos dejamos llevar. Puede que el lugar no fuera el más adecuado pero no nos sentimos demasiado incómodos, nos olvidamos del resto del mundo y disfrutamos de aquellos instantes. Confieso que en algún momento sentí que sería incapaz de dar la talla pero creo que lo hice de una forma, digamos, aceptable, aunque no soy yo quien debe valorarlo. Como suele ocurrir, el tiempo pasó volando, pero al acabar mostrábamos una sonrisa en nuestras caras cuando nos mirábamos. No fumo, si lo hiciera, seguro que habría encendido un cigarrillo, como es costumbre al terminar.


Surgió entonces la prisa, teníamos que recoger todo y que quedase tal como lo habíamos encontrado, además ya era la hora de irnos cada uno a nuestras casas y nos habíamos alargado un poco más de la cuenta. Fue realmente placentero, no era nuestra primera vez pero lo vivimos casi como si así fuera.

El encuentro trajo también algún inconveniente, pero apenas resulta una molestia y además merece absolutamente la pena. Estamos deseando que llegue la próxima vez y que esas ganas que tenemos no se vayan diluyendo con el tiempo.

¡Que reencuentro! Todavía recuerdo algunas de las frases que dijimos.

A veces la vida da otras oportunidades y no se deben dejar escapar, hay que aprovecharlas al máximo, exprimirlas hasta que no puedan dar más de sí, disfrutarlas, gozarlas segundo a segundo, que dejen en nosotros todo lo que esperamos y que sepamos aprovecharlo y apreciarlo en un futuro.

¡Esta semana he empezado a acudir de nuevo a clases de Inglés! La empresa en la que trabajo nos ha brindado esa oportunidad. Después de años sin practicar la lengua de los hijos de la pérfida Albión, tengo la ocasión de quitarme una pequeña frustración que tenía desde mis tiempos de estudiante. A pesar de los “deberes que nos impone la profe”, tanto mis compañeros como yo, recibimos estas lecciones con interés renovado.

¡Vuelvo a sentirme como en aquellos años de juventud!





lunes, 3 de mayo de 2010

QUIEN CON NIÑOS SE ACUESTA…

Surgen con alguna frecuencia en mis conversaciones, sobre todo con algunas personas, cuestiones referentes a los hijos (siendo lo mas importante en la vida de cada uno de nosotros, no es extraño que aparezcan en ellas)


El caso es que, días atrás, recordaba junto a amigos, anécdotas que habían tenido como simpáticos protagonistas a nuestros retoños.

Voy a intentar contaros algunas de ellas.



VOCABULARIO CONFUSO

Tendría mi hija 4 ó 5 años cuando, dirigiéndose a su madre le pregunta -Mamá ¿Qué es una “polla”?- La madre, cogida por sorpresa y sin saber que decir, quedó pensando cómo salir del atolladero. Transcurridos unos segundos de silencio, y viendo que no obtenía respuesta, la cría, con una sonrisa picara en su cara, optó por contestarse ella misma diciendo -¡si ya lo sé! Es eso que nos sale en los pies cuando nos rozan los zapatos- Obviamente el asunto quedó zanjado con esa respuesta.

NO SE PUEDE QUEDAR BIEN GRATIS

Hace un par de días, paseando con mi hija en bici, me preguntó si le compraba un Chupa Chups. Tuve que decirle que me resultaba imposible pues me había olvidado la cartera en casa y no llevaba ni una triste moneda (cosa que era cierta). Con el afán de quedar bien, también le dije que, si hubiera tenido dinero en ese momento, por supuesto se lo habría comprado y lo rematé con -¿no te vale con la intención?- a lo que me contestó con un tajante -No, la intención no sabe a fresa-

LOGICA APLASTANTE

Cuando acudían a los cursos de preparación para la 1ª Comunión, hablaban en uno de ellos de los deseos que podrían tener las personas en función de su situación. Así a la pregunta de que podría desear un enfermo, un niño contestaba -estar sano- Siendo otro interrogado de cual podría ser el deseo de un hambriento, contestaba - tener comida- Y así se fueron sucediendo preguntas y respuestas en parecidos terminos hasta que le llegó el turno al hijo de un conocido mío -¿Cuál será el deseo de un parado?- le preguntan (muy acorde con la crisis que vivimos) a lo que él responde -¡poder moverse!-

NUNCA INTENTES GANAR A UN NIÑO

Estaba una princesita de 4 años jugando con su madre al conocido juego de “piedra, papel, tijera”. Tras varios mano a mano con diferentes ganadores (casi siempre la chiquilla, todo hay que decirlo) y en un último intento, tras el consabido “un, dos, tres” ambas muestran simultáneamente sus manos. La madre tiene la mano extendida… papel, la niña el puño cerrado… piedra. -¡Gané!- exclama la madre, -No, gané yo- contesta la criatura a la vez que extiende el dedo pulgar del puño cerrado cual emperador romano perdonando la vida en el circo, diciendo acto seguido -¡mechero!-

¿A ver quien se atreve negar que el mechero gana al papel?



Hasta aquí algunas de ellas, todas verídicas, os lo aseguro. Todavía quedan unas cuantas en el tintero, tal vez para próximas ocasiones.

Os animo a que vayáis añadiendo algunas de las que, estoy seguro, conoceréis gracias a vuestros hijos, sobrinos o similares porque, como dice el refrán, “quien con tiernos infantes pernocta, excrementado alborea”


Cuando era un pequeño bebé en aquellos viejos campos de algodón… nos canta la Credence.