Aun teniendo presente que la perfección no existe, me ocurre con algunas personas que solo soy capaz de ver en ellas sus bondades, sus defectos resultan invisibles a mi ciego juicio y por tanto, apenas sin darme cuenta, las convierto en referencia o ejemplo.
En algunos casos, por unas causas u otras, ese velo que me nubla se va desvaneciendo poco a poco –alguna vez puede que repentinamente- permitiéndome apear a Don Perfecto de ese pedestal donde lo había subido y medirlo conmigo en aparente igualdad de condiciones.
Pero eso no es así…
¿Alguna vez intentasteis juzgaros a vosotros mismos? A mí me resulta notablemente más dificultoso que valorar a cualquier otra persona. En este asunto, por mucho que lo intente, no soy objetivo. Mis virtudes y defectos se distorsionan al pasar por el prisma de mi propia valoración, incluso algún rasgo de mi carácter soy incapaz de catalogarlo como cualidad o falla, con lo cual, la única conclusión que logro sacar es que la percepción que pueda tener de mi mismo es falsa.
¡Que paradoja! soy el que más se sobre mi y, sin embargo, no el que mejor me conoce.
El loco soy yo - Ilegales