jueves, 16 de junio de 2011

La picadura de abeja.

En cada trabajo que se desarrolla en el colmenar no es extraño recibir una o varias picaduras a pesar de las protecciones que ponemos los apicultores. Sus aguijones son capaces de traspasar varias capas de tela, así que la ropa protege relativamente y tampoco resulta raro que alguna se cuele por las rendijas que pudiera haber en nuestra “armadura”. Por lo tanto ser asaeteados por nuestras amigas es un tributo que debemos pagar asiduamente.



Este fin de semana pasado estuve colocando las alzas -cajas con panales de cera que se ponen en la parte superior de la colmena  para que las abejas las vayan llenando de miel- y una enfurecida abejita  apareció en el interior de la máscara de red que yo llevaba puesta protegiendo la cabeza (luego me di cuenta que tenía una pequeña rotura en la parte inferior de la careta) ¿el resultado? Pues lo normal en estos casos, un buen pinchazo en plena ceja. Por suerte, el cuerpo humano, que es asombroso, va inmunizándose a medida que se van recibiendo picaduras y después de un tiempo la reacción a la apitoxina es muy leve o incluso nula. En mi caso quedó saldada la deuda por las molestias ocasionadas a mis queridas amigas con una ligerísima hinchazón en la zona del pinchazo.

Ese “accidente” es el que me inspira para describiros aquí someramente el sistema de defensa de la abeja.

Dentro de la colmena hay tres castas de abejas: las obreras (varios miles), los zánganos (algunos cientos) y una sola reina. Solo las obreras y la reina poseen aguijón y de estas solo las obreras lo emplean defensivamente.

En una colonia pueden nacer casi simultáneamente varias reinas que, como solo puede haber una, se enzarzan en luchas fratricidas hasta que únicamente sobrevive la más fuerte. Este es el único fin del aguijón en la abeja reina.

Las abejas  obreras no atacan sin motivo, su agresión se debe  siempre por alguna causa concreta  y la  intensidad de su ataque  depende de multitud de factores ambientales y biológicos. Solo son más agresivas cuando estamos próximos a la colmena y si se encuentran libando néctar en las flores únicamente picaran si son molestadas. Es por tanto el aguijón un aparato solo  con fines  defensivos.

El aparato defensivo es un sistema complejo formado por varias glándulas que segregan los componentes para el veneno, que es recibido en un receptáculo, entre ellos hay neurotoxinas, enzimas que destruyen las membranas celulares, vasodilatadores  y hemolíticos que ayudan a la dispersión del veneno en el torrente sanguíneo ademas de un largo etc. de sustancias como la histamina, dopamina o noradrenalina .


 El aguijón  está formado por un estilete sobre el que se deslizan unas lancetas con sus extremos en forma de arpón. Estas lancetas, mediante un movimiento rítmico hacia adelante y hacia atrás, hacen que el dardo avance en un solo sentido e impiden su retroceso cuando se ha clavado en un cuerpo elástico como la piel humana. Los músculos que controlan el movimiento de las lancetas bombean también el veneno a través del aguijón. En el esfuerzo que hace la abeja por liberarse arranca parte de su propio abdomen (provocando su muerte) que queda adherido al aparato defensivo y este sigue funcionando con contracciones rítmicas que introducen más profundamente el aguijón y continúan bombeando veneno al interior del cuerpo de la “victima”.


Si alguna vez recibís una picadura de abeja no se debe extraer el aguijón cogiéndolo entre los dedos pues lo único que conseguimos es presionar la bolsa del veneno inoculando mas veneno todavía. La forma de proceder es deslizando una navaja o nuestra propia uña sobre la piel, arrastrando hacia afuera de esta forma el dardo.Otra precaución que debemos tomar es apartarnos de la zona si se encuentran más abejas alrededor pues ese aparato defensivo incrustado en nuestra piel emana unas feromonas que estimulan a sus congéneres a atacar.


Las picaduras de abeja en sujetos normales no deben tener más reacción que la localizada en la zona de la picadura con una intensa quemazón en el momento de la misma que va disminuyendo al cabo de unos minutos y dejando paso a una hinchazón, enrojecimiento y picor. Si las picaduras se producen en número elevado (varios cientos) o si el veneno entra directamente en la circulación sanguínea a través de una vena superficial puede darse una reacción más fuerte con aturdimiento, temblores, sudor, fiebre o nauseas pero sin riesgo de muerte, las dosis letales corresponden a varios miles de picaduras al mismo tiempo.

Otra cuestión es el shock anafiláctico que se produce cuando una persona es alérgica al veneno. Aquí si existe un riesgo de muerte. Alguien a quien nunca haya picado una abeja no debe tener miedo a esto, debe haber una exposición previa a los antígenos del veneno para desarrollar esta alergia.

Por no alargarme más (me dejo llevar por la pasión) termino aquí con la intención de hablaros en otra ocasión del uso del veneno de abeja como aplicación terapéutica para varios males y profundizar un poco más en los problemas de las alergias al mismo.