De nuevo en la rutina diaria. Parece mentira que hace apenas
unas horas todo fuera tan diferente, acompañado de otras personas, en otro
lugar, haciendo otras cosas
Fue un fin de semana de actividad frenética, sin apenas
tiempo más que para vivir el instante. Ahora, más calmado, puedo pararme, recordar
y volver a disfrutar de aquellas sensaciones, ahora amortiguadas por el paso
del tiempo.
Al
recordar de nuevo vuelvo a disfrutar de las conversaciones durante el viaje.
El
desayuno en “O Rey das tartas” en Mondoñedo.
La visita relámpago al castillo en
Monforte.
El paseo por el campo de la Compañía,
para llegarnos hasta “O Xugo”
donde dimos buena cuenta de la esplendida comida que nos pusieron y pude
saludar a Chon, Asun y Alex (con estos últimos estoy en deuda por la ruta que
prepararon no hace mucho y de la que aproveché buena parte para poder
recorrerla nosotros el sábado)
Las primeras pedaladas en dirección a
Cadeiras (una avería en mi bici nos
retrasó más de lo debido)
Recorrer las pistas de la Ribeira en plena vendimia.
Apartarnos del rio y encontrar senderos a través del bosque
Y ya, casi cayendo
la noche, regresar a Bulso para, después del necesario aseo, volver a Monforte
a reponer fuerzas con un buen churrasco otra vez en “O Xugo”.
Ya la jornada la dábamos
por finalizada, todavía nos quedaba una siguiente y pocas horas de descanso por
delante. Unos se dirigieron a Rosende, se alojaban en la Casa Grande, otros a
Bulso donde, algo menos cómodos que nuestros compañeros, nos metimos en
nuestros sacos/cama intentando conciliar el sueño.