Río Infierno, vuelvo aquí, a recorrer tu orilla, a intentar
desprenderme de mis demonios interiores y que tu corriente los aleje de mí.
Un pequeño viaje en
soledad, intentando sacudir mi desesperanza con cada pedalada. A buscar los ángeles
perdidos, a hablarles, a decirles que un sinfín de sentimientos siguen vivos y
se vuelven palpables tras cada revuelta
del camino al distinguir el otoñal traje que viste el paisaje, en cada hoja desprendida de los árboles al contemplarlas caer lenta y suavemente
delante de mí, al escuchar el susurro del agua deslizándose entre las piedras o
el fragor de su sonido cuando se estrella contra ellas precipitándose desde la
altura.
Río Infierno, paradójicamente acudo a ti cuando necesito recobrar la paz.
Río Infierno, paradójicamente acudo a ti cuando necesito recobrar la paz.