viernes, 23 de marzo de 2012

Te escribo esta carta.


Querido compañero:

Hoy es tu cumpleaños, no, no te preocupes, todavía, al mirarte, reflejas  juventud sin duda alguna, incluso a pesar de lo que te pueda parecer  tras estos últimos achaques que vienes sufriendo, son rachas, lo sabes bien, no tienen importancia. De todas maneras no dejes que nada de eso enturbie el momento de tu vida en el que estas ahora, sea por lo que fuere, será irrepetible y, aunque me consta  que lo vives con normalidad, también se merece derrochar en él mucha ilusión, por ti y los tuyos, no es para menos.

De todas formas esta carta no era para eso, ya en nuestras conversaciones sale con frecuencia ese asunto, aunque aprovecho para repetirte que me alegro por ti y por tus seres más queridos. En realidad esta carta era para darte las gracias. Al empezarla te llamé compañero pero no es verdad, o al menos no del todo, me quedaría corto si solo te califico de esa manera. Tu amistad, que se ve reflejada en tantos y tantos hechos al cabo del tiempo, es uno de los tesoros más valiosos para mí y por eso quiero agradecértelo en este día, un año más en tu vida, pero también un año más en la mía. Se que siempre estarás ahí para ayudarme, igual que lo estaré yo para ti cada vez que  pueda hacerte falta, y que, pase lo que pase, nuestra amistad ya será eterna.

¡Feliz cumpleaños!  Y gracias por seguir ahí, aguantándome, querido  amigo mío.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una loa a la amistad la mar de perguapa.

Saludos

Joaquin

Escuciplando dijo...

Entiendo la amistad de ése modo, incondicional, y el tenerla, nos hace afortunados.