El pasado 1
de septiembre se celebraban las fiestas de Santa Cruz de Brosmos en el lucense
concejo de Sober. Este año añadían por primera vez una actividad inusual entre
los actos festivos, una marcha en bicicleta de montaña.
Alex y Asun, con la colaboración de muchas
otras personas y entidades, fueron los artífices del multitudinario evento, y
digo multitudinario porque las expectativas que tenían en cuanto a
participación se vieron superadas con creces. Alguien me comentó que darían por
exitosa la quedada si llegaban a los cuarenta ciclistas pero no contaban con
que ese entusiasmo que ellos derrochaban en la organización se convertiría en
un autentico polo de atracción. Al final éramos más de cien los congregados.
Comenzamos a
pedalear un poco después de las 10 de la mañana. El día, aunque con niebla en
la amanecida, fue caluroso, haciendo que fueran agradecidas las abundantes
zonas de sombra que nos procuraban las arboledas que nos encontrábamos a
nuestro paso.
Casi 46 kilómetros, tres horas y veinte minutos de pedaleo y un desnivel
acumulado positivo de 1147 m -todo según mi GPS- que sirvieron para disfrutar
de bellos y espectaculares paisajes.
Recorrimos
estrechas “corredoiras” flanqueadas por antiguos muretes de piedra. Viladime, Lobios
y Tabouzos fueron quedando atrás. Fuimos acercándonos a la ribera del Sil y,
casi sin darnos cuenta, estábamos rodeados de los viñedos de Amandi, cultivados
en bancales (socalcos los llaman allí) en las inclinadas laderas del cañón que
forma el rio a su paso.
Comenzamos en esta zona a ganar altura -antes la habíamos perdido en un veloz
descenso por carretera- rodando por
pistas de tierra muy suelta que añadía dificultad a la ya penosa ascensión por
duras rampas. El pelotón se fue estirando, comenzábamos a circular, ya cercanos
a la parroquia de Doade, en pequeños grupos de los que se descolgaban unidades
con cada metro ascendido.
En Vilachá
rodamos apenas unos metros por la carretera que va hacia Sober para desviarnos
a la derecha enfilando hacia Gandarela.
Una vez que
nos íbamos alejando de la Ribeira los bosques autóctonos de carbayo iban
adquiriendo protagonismo en el paisaje.
En estas zonas se apreciaba el impagable trabajo de los organizadores
eliminando maleza de antiguos caminos (en algunos tramos tuvieron que utilizar
motosierras para volver a dejar transitables los senderos). Una zona más o
menos llana durante un buen trecho en la que destacaría una preciosa trialera en leve descenso nos acercaba a las
aldeas de Freixende y Sanmil para volver a coger nuevos caminos y, en ascenso
por el monte de Sanmil, tras una curva, nos topábamos con la base de aviones
antiincedio en la que un par de ellos tomaban tierra en esos momentos.
Un nuevo giro a la izquierda para dirigirnos a las cercanías de Marcelle, estos últimos kilómetros eran por pistas anchas que permitían un rápido rodar, creo que cercanos a las minas de Freixo. Nos dirigíamos a la parroquia de Gundivos , famosa por sus oleiros y en donde estaba prevista una exhibición de las artes de la cerámica tradicional en su rectoral, convertida hoy en taller-museo de alfarería, que hubo de ser suspendida por las importantes diferencias de tiempo que se arrastraba entre los primeros participantes y los que iban a cola.
Apenas rebasada
la Rectoral de Gundivos, en la aldea de Penelas tomamos un sendero a la
derecha en el que, de nuevo, se apreciaba el importante trabajo de desbroce que
tuvieron que realizar los organizadores. Una senda a través de una espesa “devesa”
de carbayos que, pasando por las cercanías de Nabán, nos llevó hasta la Veiga
de Bulso y ya aquí todo por carretera hasta el punto de salida en Santa Cruz
donde fuimos llegando casi de uno en uno o en pequeños grupos.
Allí estaba también la
Banda de música de Sober que, no sé si por coincidencia o premeditadamente, iba
recibiendo a los ciclistas con sus característico repertorio musical (debo
reconocer que, después de la participación en ya unas cuantas marchas ciclistas
desde hace años, nunca había sido recibido de esa manera).
Una vez todos
en el campo de la fiesta la organización nos dispensó un abundante ágape
(tortilla, empanada, embutidos, rosca, etc. todo ello regado con vino de la
zona) Un fenomenal método de recuperación para las cansadas piernas, que no las
mandíbulas aunque alguno tragaba hasta sin masticar aquellos manjares.
Y así concluyó
esa primera Quedada BTT Santa Cruz Bike, a la que espero que sigan muchas más
durante los próximos años para convertirse en una clásica. Al menos, y siempre
que pueda, mi intención de participar está
asegurada pues la diversión, el disfrute sobre la bici y la buena compañía de
personas que tienen mi misma afición hicieron de este día una jornada
inolvidable.
Agradecer desde
aquí a los organizadores de esta quedada, con Asun y Alex como representantes,
por el buen diseño y exitoso desarrollo de la ruta. También a la comisión de fiestas
de Santa Cruz, Luis y Olalla, por ese “xantar” reparador (y por el resto de las
fiestas de las que también disfruté) así como a todos los vecinos de esta
parroquia y de cada una de las aldeas por dónde íbamos pasando por los ánimos
que nos daban y los aplausos con los que nos recibían.
Fue un verdadero placer.
3 comentarios:
Ahí Jose, dejando el pabellón Repechín bien alto como se puede ver en las fotos.
Una pregunta¿Esa será la ruta del sábado?
Será una parte abundante de ella.
El sargento me manda un un privado diciendo que el próximo año si el ágape sigue igual tiene pensado acercarse.
Excelente relato y las fotos dan crédito al tu excelente estado de forma.
El relato y los paisajes me resultan en parte familiares y todo gracias a ti. Ademas el año pasado
(espero que éste también) disfrutamos de la vendimia en pleno apogeo. Espero que el tiempo acompañe y que no lleguemos en época de veda del pulpo.
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