Mi
bicicompañero Roberto lleva un tiempo preparando una ruta por su valle, ese que
le vio nacer, crecer y, más tarde, trabajar en sus mismas entrañas, en las
minas que, de oeste a este, lo recorren por su interior arrancando el negro
mineral que alberga en su seno.
Recién
comenzado este mes de septiembre me invitó a explorar con él el recorrido que tenía
preparado. El día era esplendido, una mañana despejada y una temperatura muy
agradable.
Comenzamos
la ruta prácticamente a la puerta de su casa, en Turón. Nos reciben esos
primeros metros con varias rampas en zig zag para salvar una antigua escombrera
y alcanzar el sendero señalizado PR AS 100.1 .
El
camino iba en suave ascenso, cobijado bajo la espesura de los bosques autóctonos,
salpicado aquí y allá todo el recorrido por vestigios que nos recuerdan que
estamos en una zona minera, maquinaria, líneas férreas, puentes, bocaminas, edificios , calicatas y hasta alguna que otra
veta de carbón se deja ver. El ritmo era tranquilo, saboreando el paisaje y
escuchando las expertas explicaciones
que Roberto iba dando.
Bajamos
a ver el pozo Fortuna, utilizado en la Guerra Civil como fosa común y hoy
monumento a todos aquellos represaliados.
Volvemos
a subir para retomar el sendero, vemos la sala de maquinas donde antiguamente
reparaban las locomotoras y pasamos los túneles
de Biesca y los Pisones, los puentes ferroviarios de hierro de Arnizo y los Pisones.
Unas
subidas algo más pronunciadas y llegamos al Pozu Mosquil, donde las ruinas de su edificio administrativo nos
reciben. También vemos allí como eran las duchas antaño, al aire libre y el agua sin ningún
tipo de caldeo, donde los mineros se libraban de la negra pátina que cubría su piel a la salida del tajo.
Continuamos
ascendiendo, cada vez un poco más pendiente pero a un ritmo cómodo. Cruzamos el
pueblo de la Güeria y nos dirigimos a la Colladiella. Casi llegando a ella
paramos en un recodo para contemplar el valle de Laviana con Peñamea presidiéndolo.
Pasada
la Colladiella, y dejando atrás el monumento a los guerrilleros , el monumento a
los mineros y una nueva bocamina visitable en sus primeros metros, cambiamos de
vertiente del valle, cruzamos la campa
les Abeyes y bajamos al pueblo de San Xusto con su capilla milenaria y uno de
los primeros asentamientos humanos en el valle de los que se tienen constancia.
De
nuevo retornamos al camino del que nos habíamos desviado y nos dirigimos al
Picu Polio, punto más alto de todo el recorrido. Desde sus 1651 m. de altura la
vista se perdía en el horizonte sin apenas obstáculos, hacia el norte era
visible el superdique de El Musel y el mar Cantábrico, hacia el oeste la sierra
del Aramo y las antenas de tv del Gamoniteiru destacándose en su cumbre.
Ahora,
ya todo en descenso, descubrimos un
sendero muy prestoso que nos llevó de nuevo a Turón.
Una
ruta magnifica, preciosa, que nos revela el pasado rural y minero de todo el
valle. Con la compañía, además, de un guía excepcional y mejor amigo que me concedió
el honor de compartirla conmigo.
Creo
que no tardando mucho nos citará a todos los Repechinos para disfrutarla, así
que estad atentos.
3 comentarios:
Pues a ver cuando vamos a picar a la mina,que ya tengo preparau el martillu
Una bonita crónica y una ruta que ya nos puso los dientes largos. Haber. Cuando la podemos disfrutar.
Cuando la hagamos voy a "copiar y pegar " esta crónica porque tiene muchos nombres para recordar y la memoria no es lo mío. Jejejeje
Genial. Jose.
Muy buena ruta y buena crónica!
Aunq sigo pensando q la foto con Rober dentro de la locomotora ye photoshop :P
Un saludo ;)
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