jueves, 27 de mayo de 2010

8 a.m.

Ocho de la mañana, llego al trabajo. Como siempre los” buenos días” de rigor. ¡Buenos días! voy contestando a quien me cruzo. A esas horas de la mañana no me apetece ni hablar y muchos de esos saludos salen arañándome la garganta al abrirse paso.

En esos momentos no soporto a las personas que a tan intempestivas horas llegan derrochando alegría, hablando a voces, riéndose, como si el madrugar no fuera un sacrificio para ellos. Sus buenos días entonados casi como si los cantaran me sientan como una bofetada, no logro comprender tal actitud ¿Cómo se puede estar contento de entrar a trabajar, y tan temprano? Si fuera su primer día de trabajo después de dos años en el paro lo entendería pero así…. Prefiero recibir un saludo con mala gana, al menos no me sentiré culpable al responder de la misma manera.

Otros sueltan un “Hola ¿Qué tal?” a lo que, siguiendo las normas de buena educación, contesto, “Bien ¿y tú?”, pero que realmente viene a significar algo así como: “¿A ti que te parece? Gilipollas. A estas horas de la mañana y trabajando… ¿cómo voy a estar? Muerto de sueño y de mal humor, así que vete a tomar pol... y déjame en paz” (mas o menos, palabra soez arriba, palabra soez abajo)

Lo reconozco, soy muy desagradable hasta que no pasan varias horas desde que el aparato de tortura ese que llamamos despertador hizo que Morfeo me dejara caer - más bien me tirara- de sus acogedores brazos.

Pero hay excepciones a esa mala educación matinal. Los domingos, cuando salgo con la bici, me convierto en una de esas personas que tanto odio al comenzar los días laborales. Parece que llevo cascabeles en el culo, una sonrisa estúpida me cruza la cara de lado a lado y además, vestido de lycra bien ceñida al cuerpecillo, con esos cascos llenos de agujeros y protuberancias que llevamos los ciclistas. ¡Vaya estampa! Las sonrisas de quienes se cruzan conmigo al salir de casa siempre me dejan la duda de si son en contestación a la mía o que se están aguantando las ganas de partirse a carcajadas.

También, de lunes a viernes, algunos “buenos días” me suenan a música celestial, y sus “¿Qué tal?” solo pueden ser contestados con un: “ahora mismo, contigo delante, no podría estar mejor” a pesar de, tal vez, haber pasado una noche de insomnio gracias a esta cabecita que dios me dio y que no para de darle vueltas a todo, afanada siempre en no dejarme descansar. Pero claro, mi princesa no se merece a un ogro malhumorado recién levantado.

Menos mal que las horas pasan también para lo malo. Sobre las 10 de la mañana Mr. Hyde va dejando paso al Dr. Jekyll.


3 comentarios:

CIMAFERMIN dijo...

Buenos días de parte de uno de esos que derrocha energía y alegría por la mañana,no lo puedo remediar soy así

LA MUJER INVISIBLE dijo...

Esto del insomnio debe se contagioso, o quizás sea una particularidad de personas con cabezas que no quieren dormirse nunca.
Yo, sin embargo siempre saludo con una sonrisa a todo el mundo..sea la hora que sea..
Buenos días!!! :D

Jose Luis dijo...

Consultorio Sentimental de Doña Filomena.
Creo que deberías probar el ir al trabajo en bicicleta.