lunes, 19 de julio de 2010

mis pinturas de guerra



Postea hoy Fermin sobre monturas y jinetes. Le agradezco haberme dado pie para hablar yo también de idéntico tema.


A modo de introducción comenzaré hablando de caballos, de aquellos que popularizaron las películas del lejano oeste americano, los Mustang.

Hasta el siglo XVII los amerindios tenían como único medio de transporte, aparte de sus propios pies, a sus perros, que utilizaban, además de cómo ayudantes en la caza, para transportar pequeñas cargas arrastrando carros sin ruedas.

Los conquistadores españoles introdujeron el caballo en el continente americano. Después de años y por diversos motivos, aquellos caballos de raza andaluza o árabe, acabaron poblando las grandes llanuras. Las tribus indígenas vencieron su inicial terror a tan extraños animales para acabar utilizándolos en su propio beneficio y considerando su posesión un gran valor.

Sus mustang -nombre que proviene de la palabra española mesteño o mestenco, que significa “sin dueño” y está relacionado con las antiguas mestas de Castilla- durante las guerras indias, eran "decorados" con pinturas de guerra, al igual que sus jinetes. En sus lomos dibujaban herraduras, representando las batallas en las que habían estado, o manos, simbolizando los enemigos abatidos en combate, todo ello para proveerse de la protección de los espíritus.

Pues bien, esta costumbre de Apaches, Comanches, Sioux, Cheyenne y tantas otras tribus, yo también la llevo a cabo con ciertas matizaciones. Cambian los símbolos y lo que representan, cambia la montura -mi mustang es una bici- pero el motivo es el mismo, tener a mi lado los espíritus protectores.

El lomo de mi velocípedo lleva “pintado” en caracteres Kanji (alfabeto japonés) unos nombres propios, los nombres de mis princesas. Nombres que me recuerdan, cada vez que bajo la vista cuando monto en bicicleta, cual es el motor principal de mi existencia. Símbolos que sirven para que sus espíritus me acompañen en todo momento. Eso caracteriza y diferencia a mi montura de cualquier otra parecida. Mi bici no son dos ruedas y varios mecanismos para hacerlas rodar, mi bici es un santuario.

P.D: Esta es la razón por la que siempre voy de los últimos. En mi bici somos más de uno los que van montados, me acompañan pero no dan pedales.




La canción, para mí, relax y espiritualidad en estado puro

2 comentarios:

CIMAFERMIN dijo...

Bonitas pinturas de guerra y mejores motivaciones, pero ten cuidado no te pille por ahí algún amigo tuyo y te multe por ir tres en bici y dos sin casco.

Jose Luis dijo...

Pues vaya amigo,jajajaja.