lunes, 16 de agosto de 2010

PASEO EXTERIOR, VIAJE INTERIOR,







Ayer, casi por casualidad, hice una pequeñísima parte del Camino de Santiago. Sirvió para que, ese deseo de realizar el Camino, haya crecido aun un poco más en mi interior.

Hace unos meses había encontrado en la red de redes el track de una ruta con comienzo y final en Benavides de Órbigo. Al ser un lugar al que me desplazo con cierta frecuencia, la guardé en mi ordenador con la intención de realizarla si surgía la ocasión… y surgió.

Viajé a Benavides para visitar a unos familiares. Como en verano los días son largos y dan para mucho, llevé conmigo a mi apreciada bici y toda la impedimenta necesaria para una pequeña salida ciclomontañera si la bondad de los visitados perdonaba mi falta de educación por ausentarme. No sé si con sinceridad o aliviados por perderme de vista, consintieron mi marcha sin problema alguno.

Fueron 50 km. en solitario por el páramo leonés. Pedaleando rodeado de cárcavas unas veces, sobre terreno llano, pedregoso, con rectas interminables y monótonas otras. Tres horas de pedaleo sin apenas ver un alma. Un solo peregrino cargado con una enorme mochila, muy cerca ya de Astorga, fue el único ser humano que me encontré. Un zorro, unas cuantas perdices rojas, un par de abubillas, un lagarto de patas cortas pero rápida carrera, así como cuervos, gorriones y algún que otro plumífero volador, salieron espantados al irrumpir repentinamente en su tranquilo devenir. Otra vez fui yo el que puse pies en polvorosa al aparecer desde dentro de un maizal un ladrido bronco primero, un mastín con cara de enojado a continuación. Durante unos metros, que se me hicieron eternos, eché de menos un pequeño botecito, que lleva bien a mano alguien que conozco, para poder atajar radicalmente tales encontronazos.

Ese rodar en solitario, como digo, sirvió también para la introspección. El paisaje suave, el silencio apenas roto por el rodar de la bici, el sol ya cercano a la línea del horizonte, un todo que conformaba el adecuado escenario para ese otro viaje interior.

Entre paisajes áridos, sobresaltos y pensamientos profundos fueron pasando las horas y los kilómetros. Fue una buena tarde a pesar de las ausencias, sin embargo, siempre presentes.

1 comentario:

CIMAFERMIN dijo...

Jose val mas solu que mal acompañau.
Veo que cumples la premisa de llevar la bici de vacaciones.