lunes, 16 de enero de 2012

Una mano contra la cuerda floja.


¡Qué difícil vivir en tan precario equilibrio que  cualquier pequeña cosa hace que tu vida se agite como si se sostuviera sobre una cuerda floja!
 
Una punzada de dolor te inclina hacia un lado. Un ínfimo fragmento de placidez te lleva de nuevo a la estabilidad. Sin embargo, siempre está presente  la certeza de que, de nuevo, se volverá a perder la recuperada armonía sin saber si la próxima vez la caída será inevitable… y no hay red que impida un trágico final.
 
Mientras tanto, solo queda intentar mantener el aplomo a toda costa, uno mismo, repartiendo las cargas en tu interior de manera que las cosas buenas  contrapesen a las malas o, mejor aún, agarrándote firmemente a esa mano que te tienden con cariño las personas que verdaderamente te quieren. Asido a ellas el caminar por esa cuerda floja es mas fácil.

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