lunes, 27 de diciembre de 2010

Tras una carta.



Es verdaderamente difícil expresar nuestros sentimientos solo a través de palabras. Pueden quedarse vacías, incompletas o carentes de sentido alguno si no van acompañadas de gestos, pausas, miradas que se encuentran o que, por el contrario, se evitan, caricias, llantos, risas u otros tantos aditivos que añaden matices a lo que expresamos.

Encontrar las palabras adecuadas para definir aquello que bulle en nuestra cabeza o nuestro corazón resulta tarea ardua, incluso imposible. Cuanto más fuerte es la emoción que intentamos comunicar mas difícil resulta describirla.

Por tanto, elegir la escritura como medio para trasmitir todo aquello que estremece nuestro espíritu puede no ser una buena elección ya que corremos el riesgo de dejar perdida entre líneas la esencia del mensaje.

Existen ocasiones, sin embargo, en las que utilizar la lengua escrita facilita decir a la cara según qué cosas, y más si las circunstancias dificultan la labor    -y no me refiero con ello a evitar soltarle  en pleno rostro merecidos reproches a quien corresponda, eso siempre debe hacerse sin intermediarios de ningún tipo- Un TE QUIERO o un LO SIENTO (por poner un ejemplo), pueden ahogarse en nuestra garganta antes de salir, por culpa de la vergüenza o la falta del valor suficiente.

Por suerte, pese a que los sentimientos puedan llegar a su destinatario cercenados por las palabras, a veces la misiva transmite aunque sea una pequeña parte de aquello que pretendemos decir, pero lo suficiente como para que, tras su lectura, la vida ya no vuelva a ser la misma.

1 comentario:

CIMAFERMIN dijo...

Yo soy mas partidario del cara a cara,así es mas fácil que te den o dar un beso,o que te rompan o romper la misma.