miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL TREN DE LA VIDA.

Ya hace algún tiempo me llegó en un correo electrónico una presentación en la que se asemejaba la vida a un viaje en tren. El símil era totalmente apropiado y utilizaba a los pasajeros, las estaciones, los vagones y asientos o el equipaje, como las personas que coinciden con nosotros en nuestro recorrido vital, los lugares que ocupamos unos en la vida de los otros y la impronta que dejamos en los demás.


Hace unos días, reflexionando sobre una conversación mantenida con un buen amigo, me acordé de esas diapositivas.

Efectivamente es este un trayecto con billete solo de ida. Cualquier vagón al que no vayamos, cualquier asiento que no ocupemos no podremos ya esperar a hacerlo en otro viaje, pero es difícil saber cuál es nuestro lugar en ese tren, en cualquier momento el recorrido puede hacerse incomodo. Los billetes no nos marcan el número de asiento en el que debemos sentarnos, somos libres para trasladarnos de un lugar a otro del ferrocarril, ocupando y desocupando butacas durante todo el trayecto, hasta que nos toque bajarnos en alguna estación desconocida. Sin embargo, a veces, el traqueteo del tren, un equipaje demasiado pesado, un asiento en el que otra persona ya se ha acomodado o cualquier otra vicisitud que pueda suceder en un largo viaje, nos impide realizarlo tal como hubiéramos deseado.

Solo unos pocos tienen la habilidad de mantener el equilibrio durante los vaivenes de los vagones y saben que parte del bagaje se debe abandonar para viajar más ligero. Encontrar asientos vacios ya no depende solo de nosotros.

Sea como fuere, el viaje continúa.


1 comentario:

Jose Luis dijo...

El viaje continua, esperemos que sea muy largo y sin descarrilamientos. Una suerte no vivir en la India.
Buena entrada.